A pesar de la ayuda del clima, el Consejo Agroindustrial Argentino prevé un año desafiante para el campo argentino. Los pronósticos hablan de precios aún más bajos que los de 2024, mientras los costos siguen escalando. En cuanto al esquema cambiario, Gustavo Idígoras anticipó a Ámbito que está previsto que siga el dólar el blend y la apreciación del peso. Las exportaciones en cantidades crecerían pero el ingreso de divisas podría retroceder. Se achican los márgenes para el productor y advierten «riesgos de quebrantos».
A diferencia de lo que ocurrió en el año 2023 cuando la situación climática hizo perder unos u$s20.000 millones al campo argentino, en el 2025 el tiempo podría acompañar. En principio los pronósticos que hablaban de un fenómeno de Niña o Niña leve, parecen quedar atrás. Las temperaturas fueron más bajas de lo que se esperaba y en noviembre aparecieron las lluvias.
Con este escenario, el Consejo Agroindustrial Argentina (CAA) anticipó que durante el ciclo 2024/ 2025 se esperan mayores niveles de producción y de exportación. En el primer caso, pronostican un total de 131,7 millones de toneladas, lo que representa una suba del 4% y en el segundo caso un incremento del 7% hasta alcanzar las 93,5 millones de toneladas.
En cuánto a los precios la historia es distinta. Según los datos del CAA, durante el 2024 se registró un retroceso generalizado frente al año previo, con caídas de hasta el 31% en algunos productos. Para el 2025 se anticipa un escenario “de precios aún más bajos si se toman como referencia los futuros”.
El director de RIA Consultores, Javier Preciado Patiño, le dijo a Ámbito que “Sudamérica va a marcar el pulso por la gran cosecha de Brasil. Si la campaña Argentina prospera va a haber una sobreoferta de soja” y advirtió que ese incremento “no va a ser absorbido por la demanda, por lo que el productor argentino se enfrenta con un precio que no es bueno y que puede bajar un poco más, aunque estaría cerca de tocar un piso”.
El impacto de la baja de precios será fuerte, al punto de que a pesar de contar una producción mayor y con volúmenes de exportación crecientes, el Consejo Agroindustrial Argentino estima que el ingreso de divisas caerá unos u$s710 millones frente al 2024.
Dólar blend y super peso
El mensaje del Gobierno al sector fue claro: la apreciación del peso llegó para quedarse. Con esas reglas del juego. el campo busca rearmar su ecuación de cara a la campaña que viene. “Nos comunicaron en reiteradas ocasiones que en el 2025 continuará la estrategia cambiaria. Tendremos que buscar la forma de mantener la competitividad”, reconoció Idígoras.
En ese aspecto, el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera Argentina, le contó a este medio que del diálogo con el Gobierno surge la certeza de que “por ahora el dólar blend es un mecanismo que va a seguir” aunque sostuvo que “en algún momento del 2025 puede tener alguna finalización”.
Por la compresión de la brecha, el tipo de cambio oficial hoy no difiere demasiado al blend. Pero en momentos de mayor volatilidad le sirvió al Banco Central para volcar oferta en los paralelos y garantizar a los exportadores un precio más cercano al de mercado.
Suba de costos y ¿baja de retenciones?
La ecuación para algunos productores comienza a complicarse y esta vez el tipo de cambio no aparece como una solución. El ministro de Economía, Luis Caputo, anticipó días atrás que si la inflación continúa desacelerándose, bajará el ritmo de devaluación mensual al 1% en el primer trimestre del 2025.
Según Preciado Patiño, la combinación de suba de costos en pesos, la aplicación de la “tablita cambiaria” y las retenciones, llevó a los márgenes de los productores al límite: “van a tener que ajustarse por algún lado” dijo y advirtió: ”o se ajusta por costos como arrendamientos e insumos, o las chances de que haya un quebranto por algún problema climático son muy altas”.
La otra variable son las retenciones. Javier Milei prometió en campaña una reducción de la alícuota. El Presidente visitó la Rural días atrás y dijo que si hay margen fiscal en 2025, procederá. Pero allí surge otro desafío: pese a que la recaudación viene creciendo, finalizó el Impuesto PAIS y será un agujero a cubrir el año que viene.