Gastón Tallone está desaparecido desde el 8 de julio último. Entrerriano, vinculado al puerto de Concepción del Uruguay, la reconstrucción investigativa de su desgracia lleva a una emboscada en Buenos Aires para secuestrarlo y el pedido de un recate que se pagó sin que lo liberaran. Todo, como desenlace de una oscura trama: un robo de cocaína en la terminal de la Hidrovía que reclamó «la mafia» y sobre el que se detectaron relaciones con la banda rosarina Los Monos. Con el preso por varias condenas Ariel Máximo «Guille» Cantero, aunque no en forma explícita, y con dos sicarios que fueron detenidos por las amenazas a Ángel Di María pero, a partir del análisis de sus celulares, luego sospechados de intervenir en el caso del empresario de Entre Ríos.
Los rosarinos
La investigación del intrincado derrotero de Tallone tiene un par de novedades, una relacionada con Rosario. Dos semanas después de que desapareciera, la Policía de Santa Fe detuvo a Alejandro «Rengo» Ficcadenti y Sergio «Bebe» Di Vanni como presuntos partícipes de las amenazas a Fideo, interpretadas como una demostración de poder en el marco de la disputa por el control de la barra de Newell´s. Conocidos luego los indicios que los ponían como posible partícipes también del secuestro en Buenos Aires, el fiscal federal Carlos Stornelli los solicitó para indagarlos y pidió que los trasladaran desde la cárcel santafesina de Piñero, donde están alojados. Este jueves, el juez santafesino Pablo Pinto rechazó ese reclamo bajo el argumento de que la apertura de la causa local es anterior y que la indagatoria podía hacerse de manera virtual.
Quién es Gastón Tallone, el empresario secuestrado e investigado por narcolavado
El prófugo
La segunda novedad: este sábado se supo que cayó detenido otro sospechado por la desaparición del entrerriano. Se trata de Gustavo Juliá, quien antes de quedar atado a causas de narcotráfico se movía con soltura como hijo del Brigadier Antonio Juliá, jefe del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno de Carlos Menem. Permanecía prófugo y arrastra un pesado prontuario. Estuvo preso en Europa, con una condena a 13 años, la misma que le dieron a su hermano Eduardo, por el fallido ingreso de casi una tonelada de cocaína a España en un jet Bombardier Challenger 604 que aterrizó con la droga el 2 de enero de 2011 en el aeropuerto El Prat, de Barcelona. Antes, en Argentina, había estado bajo la lupa judicial por el doble crimen de Unicenter perpetrado en 2008, cuyas víctimas fueron dos narcos paramilitares colombianos a los que fusilaron en el estacionamiento del shopping. En 2023, fue enviado a juicio oral por el contrabando de siete lingotes de oro, pero consiguió la excarcelación y a partir de entonces permanecía fuera del alcance de tribunales y policías.
La captura de Juliá se mantuvo en secreto varios días: lo detuvo el viernes de la semana pasada la División Antisecuestros de la Policía Federal cerca de uno de sus domicilios, en la localidad de Martinez, en el partido bonaerense de San Isidro.
Qué pasó en el puerto entrerriano
La saga que derivó en el secuestro de Tallone comenzó un año antes. En junio de 2023, dejaron mensajes con el texto «Con la mafia no se jode» en su casa y en la de su socio José Alberto Tomás Uriburu, con quien estaba en más que tirante relación alrededor de los negocios de ambos en Terminal Puerto de Concepción del Uruguay.
Uriburu tiene 40 años y es abogado. Se hizo famoso durante el confinamiento por la pandemia por mostrarse en redes sociales corriendo un total de 42 kilómetros, dijo, en el balcón de su departamento. Fue quien recibió nuevas amenazas para devolver el cargamento de 340 kilos de cocaína que se presume provenía de un clan boliviano (¿los Meyendorff?) y tenía como destino el mercado argentino. La hipótesis es que, más específicamente, el rosarino, con Los Monos como sus compradores.
José Uriburu, quien se hizo viral por correr 42 km en su departamento en pandemia, es uno de los detenidos por el secuestro del empresario Gastón Tallone
Los Monos y el hijo del Brigadier
Acosado y con miedo, en agosto de 2023 Uriburu se contactó con Juliá, según la investigación. Le dijo que el responsable del robo había sido Tallone y le pidió que intercediera para no quedar pegado a la mejicaneada y, peor, a la venganza de los damnificados. El portal Encripdata publicó que, entonces, Juliá actuó y terminó por comunicarle que la «mafia» firmante de las amenazas lo iba a perdonar, aunque con una condición: debía ir a la cárcel de Marcos Paz para hablar con el Guille Cantero.
El mismo medio cifró en 17 las entrevistas, directas e indirectas, de Uriburu con el jefe de Los Monos. Cuando se endurecieron las condiciones de las visitas, Uriburu apeló a su título de abogado. Y le hizo algunos favores al Guille aprovechando sus contactos políticos. Por ejemplo, le permitieron a Cantero volver a ver a sus hijos a cambio de una promesa de parar el baño de sangre en las calles rosarinas.
Ese trueque atemperó la ira por el robo de la cocaína, pero hubo una nueva exigencia a Uriburu: que lograra la devolución de la droga robada por parte de quien él había apuntado como el único culpable, su socio Tallone. El valor de ese cargamento depende de quién lo calcule. Las cifras van de los 500 mil a los 800 mil dólares.
El entrerriano Tallone, de 51 años, también tiene, o tenía, prontuario. Enfrentó en 2013 una causa por falsificación de moneda en un juzgado federal del conurbano bonaerense. Y en su provincia, la fiscal federal Josefina Minata lo investigaba en un expediente por lavado narco, con varios teléfonos intervenidos que permitieron reconstruir su secuestro.
Uriburu, junto a dos presuntos sicarios rosarinos y el recientemente detenido Juliá, se reunió varias veces con Tallone. Consiguió que devolviera parte del cargamento robado, pero no fue suficiente. Y los compradores de la droga le exigieron que «entregara» al entrerriano.
Emboscada y misterio
El 8 de julio fue la emboscada. En ella intervino un supuesto amigo de la víctima, Juan Carlos Miró, quien citó a Tallone en un lugar del barrio porteño del Abasto. La reconstrucción de los hechos menciona a dos rosarinos –podrían ser Ficcadenti y Di Vanni– en un Wolksvagen Gol donde encontraron un recibo de peaje a nombre de Juliá. Y a pocos metros, dentro de su Audi Q3, ubica a Uriburu, que debía garantizar el secuestro.
La fiscal Josefina Minata, de Concepción del Uruguay, y el fiscal Santiago Marquevich, de la Unidad Fiscal Especializada en Crimen Organizado (Ufeco), pudieron determinar que los secuestradores mantuvieron cautivo a Tallone al menos una noche en un rancho de la localidad de Benavídez, en el partido-municipio bonaerense de Tigre. La vivienda, afirmaron, es propiedad de Uriburu.
En la investigación se constató que la misma noche del secuestro el empresario llamó a su mano derecha, Matías Miguez, para que entregue un rescate de 65 mil dólares. El hombre se reunió con Miró en una estación de servicio de la avenida Cabildo al 4700 del barrio porteño de Belgrano, y le pagó. Pero Tallone no fue liberado, sus secuestradores continuaron hostigando a la familia del entrerriano y nada más se supo desde entonces.
En la causa hay ahora tres detenidos. Dos de ellos ya fueron procesados por el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay: el supuesto entregador Miró y el abogado y ex socio de Tallone, Uriburu. El último fue Juliá. Los otros dos implicados, los rosarinos, permanecen todavía bajo la órbita de la Justicia santafesina por las amenazas a Di María.