Por Juan Pablo Sarkissian
El comienzo menos pensado y el más doloroso. El Coloso Marcelo Bielsa esperaba algo parecido a una fiesta. Y acompaño como es habitual. Pero no sucedió.
Casi como continuidad del 2024 Newell’s mostro las mismas miserias futbolísticas y algunas (pocas) certezas.Da la sensación que hay una idea que se intentó plasmar pero no funciono en la práctica.
No funciono la línea de tres, el falso nueve ni la tenencia anodina. La imprecisión en los pases, por momentos, parecía de un partido de entrenamiento.
“Están saliendo de la pretemporada”, fue el latiguillo más usado en las tribunas. Bueno, vale para el rival también.
Como sea, otra vez emergió con fuerza un concepto que condensa cierta decepción con un deseo latente y manifiesto: “No merecimos perder”, casi un oxímoron.
Y es que, sobre todo en el segundo tiempo, Newell’s mostro algo más juego y de alguna manera empujo a Independiente Rivadavia contra su arco.
Un penal (mal ejecutado) atajado por Centurión al platinado Éver, una de panchito González, dos tiros en el poste en una misma jugada y cierta predisposición para ir “al frente”.
“Equipo en formación”, fue el otro lugar común utilizado para justificar la pena.
El técnico, Mariano Soso, mostro templanza o desconcierto, no sabemos, porque en el segundo tiempo modifico buena parte de aquello que había pensado al comienzo.
Lo dicho, Éver Banega no tuvo un buen partido, tal vez demasiado solo en el medio, aspecto que luego se modificó a medias.
Con todo, el hallazgo fue Luca Regiardo que cumplió ante la ausencia de Tomás Pérez (su transferencia se realizó?).
El esplendor de un Coloso abarrotado contrasto fuerte con la derrota. Igual que la nueva tribuna blanca y vacía aun en obra.
El detalle es que sobre ella se colgó el trapo “El más grande del Interior” y en la otra cabecera, en la Diego Armado Maradona, volvió “Los Leprosos”.