domingo, 23 febrero, 2025
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Joaquín Morales Sola: El valor de la palabra presidencial

La información que nos llega de todos los bloques del Senado es que no están los números para aprobar el pliego del juez Ariel Lijo para ser miembro de la Corte Suprema de Justicia. La reunión sobre Lijo está convocada para el viernes. Si hubiera quórum se rechazaría el acuerdo, en cambio si no, el tema podría extenderse.

Yo no me explico por qué, a esta altura, el Gobierno insiste tanto con la candidatura de Lijo. Un juez polémico, cuestionado moral e intelectualmente como nunca lo hubo en la historia del país. Para qué el Gobierno necesita un juez así sentado en la cabeza del Poder Judicial, cuando hay tantos juristas de envergadura, sin cuestionamientos y con larga trayectoria académica. El nombre de Lijo y el del otro candidato, Manuel García Mansilla, que es un académico que no ha sido cuestionado, lleva 11 meses en el Senado y no pasó nada.

El kirchnerismo está esperando el discurso del Presidente del 1° de marzo, en el inicio de las sesiones ordinarias del Congreso, poniéndole fin al receso del palacio legislativo. Quieren escuchar ese discurso que lo pronuncia ante toda la asamblea de senadores y diputados para ver si negocia o no el pliego de Lijo.

Acá hay intereses encontrados y que chocan. Javier Milei quiere hacer algo antes del 1° de marzo, porque en extraordinarias, el presidente puede, según la Constitución, nombrar jueces en comisión de la Corte Suprema. Este artículo está muy cuestionado por distintos juristas. Pero si puede hacer eso, tiene por otro lado al peronismo que le dice que no, que quiere escucharlo hablar primero.

Hay intereses encontrados, pero ojo porque se podría armar un gran escándalo y un conflicto de poderes entre el Congreso y el Ejecutivo, porque el Senado puede objetar el decreto.

El apuro por el acuerdo de Lijo, que surgió en los últimos días, tiene mucho que ver con el escándalo de la criptomoneda. El mundo de las criptomonedas lo conoce un porcentaje ínfimo de la sociedad y la mayoría no sabe de qué está hablando. Lo cierto es que el Presidente lo comparó con un casino, porque se gana y se pierde mucho en pocas horas.

El juez Ariel Lijo e Foto: Marcos BrindicciMarcos Brindicci

La pregunta que hay que hacer es, entonces, si es un casino, ¿por qué el Presidente salió a difundirlo? Y estoy usando la palabra que él eligió usar para explicar que no fue una “promoción”. Esa es la pregunta que no se contestó hasta ahora.

Milei puso en juego la palabra presidencial y su valor, que es lo más importante que tiene un país: la credibilidad de su presidente. Acá hubo mandatarios a los que les creían hasta sus adversarios. Decían: con sus ideas y acciones no tengo nada que ver, pero creo en lo que dice. Eso no fue Cristina ni Néstor Kirchner. Javier Milei tiene la obligación, después de esta crisis, que es la más importante que atravesó hasta ahora, de reconstruir el valor de su palabra.

Santiago Caputo es un tema político nuevo. Todos sabemos lo que hizo: interrumpió un reportaje que estaba dando el Presidente, para cambiar el rumbo de las declaraciones que estaba dando Milei y las cambió. Un horror desde el punto de vista del periodismo. Pero lo que más me llama la atención es lo que pasó después desde el propio Gobierno.

Santiago Caputo se afilió al partido en la ciudad en una reunió junto a Javier y Karina Milei, Lule Menem y Pilar Ramírez

El martes, el vocero presidencial, Manuel Adorni –que nadie va a dudar de la confianza que tienen los hermanos Milei en él- dijo que ni él ni el Presidente estaban de acuerdo con lo que había hecho Caputo. Este miércoles, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, dijo textualmente que el motivo por el que había interrumpido la grabación era una “estupidez” y que ojalá le sirviera para saber que nadie es “superpoderoso en la política”.

Francos tiene muchos años y experiencia en la política. No me lo imagino haciendo esa declaración sin que el Presidente le haya dicho algo. Pero estamos hablando de Santiago Caputo, que si bien no es funcionario -es contratado como autónomo en el Gobierno- tiene una influencia importantísima en muchas dependencias del Gobierno como la SIDE, la UIF, el Ministerio de Justicia, entre varias más.

Extrañamente, el único lugar donde no tiene ninguna influencia es donde está su tío, el ministro de Economía, Luis Caputo, porque la economía es un tema que se reservaban exclusivamente el Presidente y Caputo. Milei sabe de economía, pero después de lo de hoy creo que de política sabe poco y nada.

La pregunta que queda por hacer es si la supuesta debilidad de Caputo perdurará en el tiempo. Si se trata quizás de una puesta en escena. Lo que sabemos es que se metió solito en este problema, que nadie lo empujó ni le hizo una cama, pero nadie puede contestar si permanecerá en el tiempo esto. Nadie sabe si se trata de un enojo sincero o pasajero de parte del Presidente.

Este miércoles Javier Milei pidió que la Justicia investigue a periodistas que supuestamente cobraron por abajo de la mesa de un candidato que no nombró, pero que todos sabemos quién es: Horacio Rodríguez Larreta. El exjefe de Gobierno porteño le contestó después, pero no dio ningún nombre. Si sigue sin mencionar periodistas, está acusando a todo el periodismo. No me cabe la menor duda de que hay sectores corruptos en los medios de comunicación. Sin embargo, la inmensa mayoría es honesta y a veces tiene que tener hasta dos o tres trabajos.

Presidente, no sea injusto.

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