jueves, 24 abril, 2025
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El día que Jorge Bergoglio sorprendió al arrodillarse para que un grupo de pastores evangélicos orara por él

Fue fruto de una confusión. Pero terminó como un acto de amor, y respeto entre dos religiones que por mucho tiempo antagonizaron. Todo ocurrió en el escenario del Luna Park, en junio de 2006. Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, se arrodilla en el escenario del Luna Park y los pastores que están allí le imponen las manos sobre la cabeza para orar por él. La imagen fue tan fuerte y conmovedora que dejó sin habla y con lágrimas a muchos de los presentes.

Nadie sabía qué protocolos o qué jerarquías se habían salteado, o si correspondía esa forma, pero la mayoría de los presentes, unas 6000 personas, salieron con la sensación de haber vivido un momento testigo. Los fotógrafos que cubrían el evento se lanzaron a tomar la foto. Los colaboradores del arzobispo dudaban y debatían si convenía que esa escena trascendiera, pensando en los detractores de Bergoglio, en cómo lo iban a juzgar por haberse mostrado de rodillas delante de un grupo de pastores evangélicos. La conclusión final fue, pasó lo que pasó, punto.

Para entender lo que pasó, hay que decir que Bergoglio venía alentando desde hacía años el diálogo interreligioso. Ya en la crisis de 2001, había sido uno de los impulsores de la llamada Mesa del Diálogo. Y así como en esa mesa se sentaban políticos y empresarios con sindicalistas, un día se le ocurrió convocar a gente de oración. Invitó a un grupo de pastores y a un grupo de sacerdotes a orar por el país. Así fue como por varios años, las autoridades del Consejo de Pastores de la Ciudad se reunían con un grupo de sacerdotes, con Bergoglio a la cabeza, todos los miércoles por la tarde en la sede del Arzobispado para orar por el país. De esos encuentros nació una amistad con muchos de los pastores y en esas horas de oración conjunta, muchas de las diferencias que históricamente los mantuvieron en veredas enfrentadas, se disiparon. Allí todos eran cristianos pidiéndole juntos a su Dios que tuviera misericordia y sanara su nación.

Fue por eso que, en 2006, cuando un grupo de católicos carismáticos y de evangélicos, que venían manteniendo encuentros conjuntos desde hacía tres años bajo el nombre Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu (Creces) decidieron celebrar un encuentro ecuménico, con la participación de los fieles de una y otra iglesia, en el Luna Park, Bergoglio estuvo entre los referentes del lado católico. Y no solo eso, también impulsó desde su lugar una invitación para que el predicador de la Casa Pontificia, el italiano Raniero Cantalamessa, que estaba de visita en el país para mantener un encuentro con los obispos argentinos, se sumara al encuentro ecuménico como orador principal.

Jorge Bergoglio reza junto a un joven en el encuentro ecuménico en el Luna Park

El encuentro empezó temprano, antes de las 9. Sobre la calle Bouchard, había largas filas para entrar, jóvenes católicos y evangélicos, munidos y guitarras, que buscaban entre unos y otros una que supieran todos para cantar juntos. También había mates y el propio cardenal primado de la Argentina, cuando ingresó al estadio, se detuvo con un grupo de jóvenes y tomó un mate.

El encuentro fue largo, y Bergoglio estuvo allí toda la jornada. Un rato se sentó en el escenario, como los demás organizadores. Pero después, eligió sentarse entre la gente. Como un asistente más. Desde allí escuchó al pastor Carlos Mraida, y también al cantante evangélico mexicano Marcos Witt, que participó del evento. También pasaron Cantalamessa y los pastores Norberto Saracco y el italiano Giovanni Traettino, con sus reflexiones.

Uno de los fotógrafos del evento, Enrique Cangas, retrató a Bergoglio entre la multitud, en un momento en que está sentado junto a un joven de anteojos. (La imagen forma parte de la muestra itinerante del fotógrafo, “Francisco: servidor en Buenos Aires, servidor para el mundo”). El predicador que hablaba desde el escenario le propuso a los presentes que oraran unos por otros con la persona que tenían al lado. Entonces, Juan Francisco Taboada, joven adventista de 22 años, se queda en silencio. No sabía quién era el sacerdote que tenía sentado al lado. Pero ese hombre de sotana y saco negro le pidió humildemente que rezara por él e inclinó su cabeza sobre el hombre de Taboada. “Él no quería iniciar la oración espontánea, me pidió que lo hiciera yo, y pronuncié una invocación al Señor para que nos acompañe y nos muestre el camino”, le contó Taboada al medio católico Radio María.

“Uno de los momentos más emotivos fue la recepción que los presentes dieron al cardenal Jorge Bergoglio, que dirigió un breve saludo y pidió, como es su costumbre, que rezaran por su persona”, relata la crónica de LA NACION de ese día.

De allí surgió la confusión que dio lugar a la escena que resulta tan icónica para el ecumenismo. Después de terminar su mensaje, Bergoglio matizó con esa tradicional frase que lo caracterizaría en el pontificado. “Quiero pedirles a los pastores que recen por mí”, dijo. Quizás se refería a un rezo en sentido general, como que lo tuvieran presente en sus oraciones. “Los pastores lo tomaron en serio”, dice la crónica de ese día. La interpretación literal del pedido de Bergoglio significó que los pastores se pusieran en pie y lo rodearan, dispuestos a imponer sobre él las manos, un acto que es muy frecuente en el mundo evangélico, cuando se ora muy especialmente por una persona, por un determinado pedido o carga. También es una costumbre que cuando alguien pide oración, se realice en el mismo momento.

Seguramente, la sencillez y buena disposición de los pastores ante su pedido, conmovieron el corazón del cardenal, que lo interpretó como un acto de amor en acción, algo que siempre ponderó de los evangélicos, y también como una voluntad de darle una bendición. “El cardenal se arrodilló y todos los presentes pidieron para él -de quien dijeron que es “una de las voces proféticas de la Nación”- abundancia de sabiduría”, remata la crónica.

“En la multitud no había divisiones entre católicos y evangélicos. Todos se sentaron juntos y compartieron como hermanos las alabanzas y las predicaciones. Incluso, en el escenario, una veintena de pastores, laicos y sacerdotes, músicos y oradores, compartieron escenario para invitar a la gente a orar y a cantar a Jesús”, detalla otra crónica de ese día publicada por la agencia católica Zenit.

Cuando le tocó tomar la palabra, Bergoglio dijo que se empezaba a ver una diversidad reconciliada. “¡Qué lindo ver que no nos tiramos piedras, que no nos sacamos el cuero! ¡Qué lindo ver que nadie negocia en el camino de la fe!”, dijo Bergoglio, y arrancó una ovación en la multitud. “Quiero dejarles tres palabras. Abrazo, llaga y viento”, dijo. “Que el Padre nos tape la boca con el abrazo y nos una más y más. Si soy pecador, veo la llaga con la que Cristo nos ha salvado”, dijo, y agregó “apropiémonos de la llaga de Cristo. El viento nos amasa en la unidad, nos arremolina como iglesias reconciliadas en la diversidad”, remató.

No fue la primera ni la última demostración de su ecumenismo. Durante todo su pontificado, se preocupó por llevar ese mismo mensaje, por eso fue un Papa que resultó un referente para todas las religiones. En todos estos años, no solo cultivó el diálogo interreligioso, sino que buscó la cercanía con fieles de todos los credos, no solo con líderes religiosos, sino con sus seguidores.

La celebración interreligiosa en la Catedral que ofició el arzobispo Jorge García Cuerva el martes pasado, tras la muerte del PapaHernán Zenteno – LA NACION

Solía decir que para ser un buen católico, antes había que ser un buen judío. Era capaz de finalizar una misa en un colegio católico anunciándoles a los presentes que iba a orar como los evangélicos. Sin miramientos, una vez dijo que le gustaría que muchos cristianos tuvieran el compromiso y la integridad de un amigo suyo ateo. Todas las semanas se reunía a orar durante una hora con el jardinero del Arzobispado, que es pentecostal. Y unos días después de asumir como Papa, les pidió a los católicos que se reconciliaran con los musulmanes. ¿Quién fue Francisco? Ciertamente, un hombre de todas las religiones.

Estaba convencido de que todas las creencias tienen un punto en el que se conectan. La habilidad es encontrar ese punto y dejar de lado las diferencias, para avanzar en el diálogo y la unidad. El 29 de mayo de 2013 los seis pastores evangélicos más involucrados en este acercamiento al catolicismo en sus formas carismáticas, visitaron al papa Francisco en la residencia de Santa Marta y desde entonces, fueron visitas frecuentes en el Vaticano, donde mantenían intercambios sobre temas que los preocupaban a todos.

También en Roma, Francisco mantenía encuentros regulares con el pastor italiano Traettino, presente en aquel encuentro en el Luna Park. Es más, en 2014 en medio de un viaje a Casserta, en el norte de Italia, visitó la comunidad de este pastor evangélico y promovió un pedido de perdón, en nombre de la Iglesia católica por las diferencias que enfrentaron a católicos y evangélicos en el pasado.

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