El sucesor de Francisco aún es una incógnita, pero la tradición, las estadísticas y hasta una broma del propio pontífice dan pistas sobre su posible nombre
Tras la muerte del papa Francisco, el nombre que adoptará el próximo papa es una incógnita que solo se revelará tras su elección en el cónclave. Sin embargo, la tradición y las especulaciones ofrecen pistas sobre las posibles opciones.
Tradición en la elección del nombre papal
Desde el siglo VI, es costumbre que el nuevo pontífice elija un nombre diferente al suyo, en honor a un santo o a un Papa anterior cuya vida y obra admire. Esta elección suele reflejar la visión y prioridades que el nuevo Papa desea imprimir a su pontificado. Por ejemplo, Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad y compromiso con los pobres.
Nombres papales más comunes
A lo largo de la historia, algunos nombres fueron recurrentes:
- Juan: utilizado por 21 Papas.
- Gregorio: elegido por 16.
- Benedicto: por 15.
- Clemente: por 14.
- Inocencio y León: por 13 cada uno.
Curiosamente, el nombre Pedro, correspondiente al primer Papa, nunca ha sido reutilizado, posiblemente por respeto a su figura fundacional. Además, Francisco ha sido único hasta ahora, y Juan Pablo I fue el primero en optar por un nombre compuesto.
Especulaciones y apuestas actuales
Tras el fallecimiento de Francisco, las casas de apuestas comenzaron a especular no solo sobre quién será el próximo Papa, sino también sobre el nombre que adoptará. Entre los nombres con mayores probabilidades según las apuestas se encuentran:
- Francisco II
- Benedicto XVII
- Juan Pablo III
- León XIV
Estos nombres reflejan una mezcla de continuidad y homenaje a pontífices recientes.
Una predicción curiosa
En 2021, el propio Papa Francisco bromeó diciendo que su sucesor podría llamarse Juan XXIV, en referencia a Juan XXIII, conocido como «el Papa bueno». Esta declaración ha alimentado las especulaciones sobre la posibilidad de que el próximo pontífice elija ese nombre.
Aunque es imposible predecir con certeza el nombre que adoptará el próximo Papa, la tradición, las preferencias personales y el deseo de enviar un mensaje específico al mundo influirán en su elección. Habrá que esperar al resultado del cónclave para conocer la decisión final.