El asesinato de un adolescente de 16 años ocurrido el viernes pasado en la zona sur de Rosario pudo ser consecuencia del ajuste interno de un grupo criminal. Así se desprende de la imputación del presunto autor del crimen, un joven de 18 años que quedó en prisión preventiva este miércoles. Víctima y victimario se conocían, habían pactado un encuentro que terminó en un ataque a traición cuando el mayor le pegó un tiro a su compañero.
Thiago Agustín González llegó a la Justicia de Menores de Rosario cuando tenía 14 años y lo identificaron como parte del grupo que había participado del asesinato del policía Leoncio Bermúdez en el hospital Provincial, ocurrido en noviembre de 2023. Un crimen que fue resultado de un plan, finalmente fallido, instigado desde la cárcel de Piñero para rescatar a un preso alojado en ese penal pero que había llegado al hospital para tratar un cuadro de tuberculosis. Con el paso del tiempo el chico quedó involucrado en otras causas por portación de armas, ubicado por investigadores como parte de un grupo de menores «muy activos, con conexión con gente mayor».
El viernes pasado lo mataron de un tiro en el cuello en Ayacucho al 6300, barrio Molino Blanco de la zona sur de Rosario, adonde había llegado como pasajero de un taxi. Horas después, a pocas cuadras, fue detenido el presunto autor del asesinato. Tiene 18 años, conocía a la víctima y lo había convocado allí con aparentes buenas intenciones.
La principal hipótesis que se investiga es que se trató de un ajuste interno, ejecutado a traición, tal vez relacionado a lo que decantó de la investigación iniciada por el asesinato del policía Bermúdez. Mismo destino que tuvo el otro menor que participó en aquel hecho: Brayton Villa, primo de Thiago, fue asesinado a mediados de 2024 a los 15 años. También le tendieron una trampa a la que había llegado como pasajero de un remis.
El crimen de Thiago
Este miércoles, el fiscal Alejandro Ferlazzo imputó a Benjamín Amalio «Tutu» G., de 18 años, como autor del asesinato de Thiago. Le atribuyó el homicidio agravado por el uso de arma de fuego y la portación ilegítima de arma de fuego de uso civil. El juez Fernando Sosa dictó la prisión preventiva por el plazo de ley. A su vez se confirmó que el chofer del taxi en el que iba la víctima, que en un principio había sido demorado, quedó desvinculado de la causa.
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La Fiscalía explicó que la madrugada del 23 de mayo Thiago pidió un taxi a través de una aplicación con destino a Ayacucho y calle 529, antes conocida como Guillermo Tell, donde lo esperaba el joven ahora imputado. Cerca de las 3 se encontraron en ese punto y el acusado se subió al taxi en el asiento trasero, mientras que Thiago iba en la butaca de acompañante. Allí le pidieron al conductor que los trasladara hasta un domicilio ubicado a pocos metros, donde buscarían el dinero para abonar el viaje. Pero al llegar, el joven de 18 años le disparó a Thiago.
El conductor del taxi se retiró del lugar, dejando a Thiago a los pocos metros, sobre la calle, donde un rato después fue hallado ya sin vida. El informe médico indicó que el disparo le provocó al chico la destrucción del sector del cuello conocido como paquete vásculo-nervioso, compuesto por la carótida, la yugular y otras arterias vitales.
Ajuste interno
La hipótesis de que el asesinato de Thiago se debió a un ajuste interno se fundamenta en el hecho de que conocía al victimario. El presunto homicida lo convocó por Instagram para «revivir viejos tiempos», por lo que se puede inferir que la víctima llegó confiado al lugar donde lo terminaron asesinando. Es casi una certeza que el crimen fue motivado por asuntos pendientes que había que saldar.
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Una línea de investigación que coincide con lo que distintos investigadores consultados sugirieron horas después del homicidio, motivados más por un análisis criminal que por el caso en sí mismo. Así ubicaron a Thiago como parte del eslabón más débil de una organización criminal que lo utilizó como mano de obra y lo descartó por motivos que tal vez lleguen a conocerse si avanza la investigación.
En ese marco también aparece, como un dato no menor, el asesinato de Brayton Villa en junio de 2024. Pudo no haber sido una mera coincidencia que los dos menores que participaron de la emboscada al hospital Provincial hayan sido asesinados en circunstancias similares. La causa por aquel hecho tiene a cuatro imputados pero al menos tres personas no identificadas por la Justicia.
Menores y delito
Entre las evidencias que plantea la investigación por el crimen de Leoncio Bermúdez hay conversaciones entre menores y jóvenes que dan cuenta del rol que cumplían como mano de obra en un grupo criminal. Días antes de aquel asesinato, a Thiago le habían ofrecido participar de otro ataque que tenía como objetivo matar a un joven del barrio Stella Maris que tenía un conflicto con la organización.
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«100 palos para cada uno si no hay finado y si hay 200 jaja somos nosotros hermano vamos agitarla a la vida puto vamos a pegarnos caravana Joel no nos va a dejar tirado», le dijo Thiago a su cómplice Luis «Nando» Lastra. Fue este joven, de 20 años, quien el 12 de noviembre mató a Lorena Vega, madre del pibe al que buscaban y no habían logrado hallar. Ese día, según la investigación, Thiago esperó al sicario en una moto. El mayor fue imputado en enero pasado por homicidio calificado por promesa remuneratoria, delito que prevé la pena de prisión perpetua. La fiscal confirmó que luego del crimen el sicario recibió 90 mil pesos.
Tres días después Thiago y su primo Brayton participaron de la emboscada en el hospital provincial. En la previa, como también consta en la causa, habían conversado sobre ese hecho. «Hay que rescatar a uno de los jefes», había dicho Thiago. «Te prometo que esta vuelta la vamos a tener coronada», dijo también. Tiempo después los dos fueron asesinados a traición, tal vez para no dejar cabos sueltos en una investigación todavía en curso.