Como cualquiera que juega al fútbol, alguna que otra vez a Messi se le vuelan los pájaros. Se puede enojar por una patada de dudosa leche, porque no le sale bien algo, y en ciertas situaciones, con los árbitros (como en épocas frustrantes de la Selección sin títulos o en su actualidad en la MLS con referís que parecen de béisbol).
Alguna vez se cruzó en la cancha por chispazos del partido, con Gary Medel o el ya eternamente “bobo” Wout Weghorst. Cosas que con el tiempo, se le pasan.
Pero no es un tipo mal llevado, sino más bien lo contrario, alguien a quien quieren y respetan los hinchas de todo el mundo y casi todos los rivales. Pero hay algo que lo pone de los pelos: cuando sus colegas, los protagonistas del fútbol, salen a hablar y bardean gratuitamente, a él en persona o a su amada e intocable Selección Argentina.
Leo no sale a las redes a responder, ni te cita en Segurola y Habana, ni te va a buscar. Pero no se olvida, y si puede, un día te la cobra.
De allí el cruce que tuvo este martes con James Rodríguez, quien declaró sobre la última Copa América que Argentina le ganó a Colombia que su equipo fue perjudicado por el arbitraje y por los viajes entre sedes, más extensos que los de la Scaloneta. Eso le reprochó Leo en medio de un tumulto, mientras James parecía sorprendido de que le recordaran esos dichos a los que la Pulga jamás había respondido.
Lo mismo hizo con Robert Lewandowski, cuando se enfrentaron en Qatar y no le correspondió el saludo; el polaco había cuestionado el Balón de Oro a Messi en 2021, como si hubiera sido por favoritismo. Y cuando, poco después, Louis Van Gaal, antes del choque de cuartos con Países Bajos, había sido despectivo con su juego, le chantó un Topo Gigio en la cara en pleno partido.
Leo es un buen tipo, pero hasta los buenos tipos tienen cuestiones de respeto a códigos, que no olvidan…
En Qatar, Lewandowski quiere saludarlo y Messi lo ignora (foto Antonin Thuiller / AFP).
Ahí enfrenta a Van Gaal (REUTERS / Paul Childs).
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