lunes, 14 julio, 2025
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Emilia Delfino: «El exmarido de Villarruel fue un militante extremo de Aldo Rico»

En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), Emilia Delfino reconstruyó los primeros pasos políticos de Victoria Villarruel como presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), y detalló aspectos poco conocidos de su vida privada. La periodista reveló que la actual vicepresidenta de la Nación estuvo casada con un exmilitante del partido de Aldo Rico, a quien describió como “un hombre de ideas muy extremas, que reivindica abiertamente la tortura y el secuestro de personas durante la dictadura militar”.

Emilia Delfino es periodista y autora de “La generala”, la biografía no autorizada de la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel. Es coordinadora de la unidad de investigación de elDiarioAR y editora adjunta en Mongabay LATAM. Es miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Entre 2012 y 2020 fue subeditora de Política del diario Perfil, donde trabajaba como redactora desde el año 2005. En 2019 se sumó al equipo argentino de CNN en Español y es coautora de libros como “El hombre del camión”, la biografía no autorizada de Hugo Moyano, y “La ejecución”, la historia del triple crimen de General Rodríguez y el tráfico de efedrina. En 2017 recibió el Premio Konex al periodismo. Fue docente de periodismo de investigación en la UCA, en el posgrado de Perfil y la Universidad del Salvador.

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Felicitaciones por el libro. No podría ser más oportuna en este momento la aparición de “La generala». En julio del año pasado, entrevistábamos a Mario Russo, quien dijo que había una diferencia conceptual entre nacionalistas y globalistas, y que eso, más tarde o más temprano, iba a generar un “momento Cobos” en la relación entre Villarruel y el presidente Milei. Parece que fue profético. Te escuché en un reportaje de Radio Con Vos marcar estas diferencias y la importancia que cobra Russo y la propia hija de Rucci. Me gustaría que analizaras lo que sucedió el jueves y luego el fin de semana con los tuits es un punto de no retorno. ¿Cómo creés que puede evolucionar, conociendo la personalidad de la vicepresidenta?

Creo que sí, que todo parece indicar que es un punto de no retorno. Primero porque tiene que ver con las personalidades tanto de Milei como de Villarruel. Cuando Villarruel baja la persiana, la baja definitivamente, dice Emilio Aviramonte Olmos, cuando lo entrevisté para el libro. Era su mano derecha hasta Tamayo, y es muy amigo de ella desde hace muchos años, la conoce muy bien, y marcaba esta característica de Villarruel. Lo que pasó en las últimas horas y los últimos días fue el hartazgo producto del cúmulo de destratos de Javier Milei hacia Villarruel y, también, por parte de Milei, de supuestas traiciones de la vicepresidenta y de una construcción de un espacio propio, que no es para construir para Javier Milei, sino que es para construir para ella misma. Eso es algo que en La Libertad Avanza no se perdona y no hay espacio para eso. Como para ellos todo es personal antes que estratégico, todo pasa por algo muy emocional y visceral, pareciera que es algo sin retorno. Aunque en política nunca se sabe.

¿Cómo fue que se conocieron? ¿Cómo llegaron a estar juntos Villarruel y Milei? ¿Qué le aportaba Villarruel a Milei que la llevó a ser parte de la fórmula y, primero, a ser diputada junto con él en 2021?

Ellos se cruzaban en las redes sociales. Tenían batallas en común, sobre todo lo que ellos llaman la “batalla cultural”. Por ejemplo, la pelea de ellos contra la despenalización del aborto, contra los derechos LGTB, contra el progresismo y, sobre todo, contra el kirchnerismo también. Los unía ese espanto hacia el kirchnerismo. Ellos tienen algunos puntos de contacto durante, incluso, la pandemia, en contra del aislamiento impuesto por el gobierno de Alberto Fernández. Se cruzan en canales de televisión, se cruzan en un evento en diciembre de 2019 que parece ser como el primer encuentro físico entre ellos, personal, donde se ven cara a cara y comparten un encuentro organizado por una fundación de la derecha en Santa Fe, en la provincia, donde coinciden con quienes eran entonces las principales figuras de la derecha de ese momento, que eran Gómez Centurión y López Murphy. Hoy nos parecen todo tan lejano, y esas figuras nos parecen tan corridas de la escena política. Sin embargo, en ese momento, eran los más aplaudidos, los más esperados de este gran evento que hubo. Y, entre esas figuras esperadas, también estaba Victoria Villarruel, que llevaba la pelea de los años setenta, la defensa de las víctimas de las organizaciones armadas de los setenta, y Milei, que venía a hablar en contra del plan económico de ese momento y de la victoria del kirchnerismo de la mano de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Eran como dos patas de un sector político que estaba creciendo cada vez más y que, por sobre todo, también se mostraban como antipolíticos.

Ese era el punto que los unía y los llevó a juntarse en las candidaturas para ser, primero, legisladores. ¿Cómo se armó esa sociedad política?

Cuando Milei empieza a armar su espacio político y empieza a pensar en una candidatura a diputado por la Ciudad de Buenos Aires, se empieza a reunir con distintas personas, cuentan los entrevistados. Y una de las personas con las que se reúne es Gómez Centurión, un representante del nacionalismo, de la derecha, exmilitar, del conservadurismo. Y él es quien le dice que no tiene que llevar a otra libertaria en la lista para diputados, sino que lo que tiene que hacer es llevar a alguien más representativo del nacionalismo, de la derecha más conservadora. Milei le pregunta a quién le sugiere, y Gómez Centurión le dice: “A Victoria Villarruel. Es una persona que ya está construida políticamente, mediáticamente, que se maneja muy bien en los medios. No tenés que construir la figura, ya está armada políticamente”. Y Milei le dice: “Me encanta Victoria”.

A partir de ahí, Milei la toma y la pone en una lista de tres personas, y le da esa lista a Mario “Pato” Russo, su consultor político y armador político de ese momento. Y Russo, cuando ve la lista de esas tres personas, no duda un minuto y va a buscarla a través de Vicente Massot, un empresario, politólogo, periodista, muy representativo de la derecha. Viene de Bahía Blanca, pero tiene un nombre muy reconocido dentro del ámbito de la derecha. Incluso tuvo una causa por supuestos delitos de lesa humanidad y que fue sobreseído por la Justicia. Lo llama Vicente Massot, que es el mentor intelectual de Pato Ruso, y le dice: “¿Te parece que Victoria Villarruel aceptaría ser candidata de Milei?”. Y Vicente Massot llama a Victoria y le dice: “Te está yendo a ver Pato Russo. Atendelo porque va a verte con una propuesta”. Villarruel recibe a Russo en su casa, en Recoleta, en la casa paterna y materna, y ahí dialogan. Él busca sus muertos en el placar, y él dice que nunca los encontró. Estaba muy seguro de esa figura que había elegido. Y así llegó Villarruel a Diputados, de la mano de Javier Milei.

Era una alianza estratégica porque representaba un sector que aportaba cierta cantidad de votos. En el contexto de las elecciones de 2021, sacó 15 % en la Ciudad de Buenos Aires. A lo mejor alguien que representara el 5 % le sumaba un tercio de los votos a Milei.

Totalmente. Y ella venía a representar también, para muchos sectores de la derecha, una figura racional, que equilibraba a Milei y que bajaba el histrionismo y lo impredecible de Milei. Ella venía a aportar mayor predictibilidad y más seguridad para ellos, desde una figura más racional, a pesar de que ella también es muy impulsiva. Lo vimos en los últimos días, con estas respuestas acaloradas y, por primera vez, abriendo abiertamente el enfrentamiento con Milei, no es una estrategia, es una reacción. Es muy propio de Villarruel cuando está enojada. Es una mujer a la que no le gusta quedarse callada y dice lo que piensa. Lo dijo en estos últimos días sin pensar tanto en la estrategia, porque la estrategia que le estaban aconsejando en su entorno político era justamente esperar y no confrontar, esperar a que el Gobierno se desgastara solo y ahí emerger como la figura alternativa. Sin embargo, ella decidió no esperar más.

Emilia Delfino es autora de “La generala”, la biografía no autorizada de la vicepresidenta Victoria Villarruel.

Evidentemente también fue provocada para eso. Ya no le quedaba más alternativa después de que la llamaran “traidora”. ¿Cómo es la vida personal de ella? ¿Cómo es su vida familiar?

Ella es muy cercana a su familia. Para ella, su padre fue el hombre de su vida. Es un hombre muy importante. Su abuelo materno, el papá de Destéfani, también fue un hombre muy importante. Él era un historiador de la Armada y que trabajó para Díaz Bessone durante la dictadura militar como un intelectual que lo asesoraba políticamente, en un proyecto en el que la dictadura pensaba cómo seguir adelante políticamente. El abuelo estaba ahí, asesorando. Tuvo cargos muy importantes como historiador en institutos históricos de la Armada. Era un hombre que mandaba a su chofer a revisar por la mañana y por la tarde si no tenía una bomba debajo del auto, porque estaba esperando siempre que Montoneros le pusiera una bomba. Eso cuentan en la familia.

El exmarido de Villarruel fue un militante extremo de Aldo Rico que militaba en el MODIN (Movimiento por la Dignidad y la Independencia). Es un hombre de ideas muy extremas, que reivindica abiertamente la tortura y el secuestro de personas durante la dictadura militar en sus redes sociales, por ejemplo. Pero después se abrió de la política y actualmente tiene un negocio de habanos. Se alejó, pero sigue en contacto con ella. No tuvieron hijos y además de divorciarse, decidieron anular ante la Iglesia Católica ese matrimonio. Para ellos era muy importante, sobre todo para ella, porque le permite seguir comulgando en la misa. Ella se toma muy en serio la fe y la religión.

¿Cómo se llama ese exmarido de Victoria Villarruel?

Lo que decidí en el libro es contar a fondo su perfil, pero no exponer su nombre y su apellido. Él decidió alejarse de la política hace mucho tiempo y no forma parte de la vida pública, entonces tomé esa decisión con la editorial de no exponer su nombre y apellido. Pero sí contar con lujo de detalles quién es, cómo piensa, cómo actúa. Es un hombre que defiende a los marinos de los grupos de tareas de la ESMA abiertamente en las redes sociales. Está a la derecha del marido de Cecilia Pando, Pedro Mercado, militar retirado de inteligencia del Ejército. En el libro cuenta que cuando lo conoció se sintió a la izquierda de él. Un hombre abiertamente de derecha dice que frente al esposo de ese momento de Villarruel se sentía a la izquierda.

¿Cuántos años estuvieron casados?

Estuvieron casados unos años. Se casaron muy jóvenes, tenían veintipico de años, y ya para 2008 ella estaba en trámite de separarse.

No es fácil conseguir la anulación de un matrimonio por parte del Vaticano. Evidentemente era muy importante para ellos, pero al mismo tiempo también lograron tener algo que no cualquiera logra.

Sí. Y, por ejemplo, Emilio Aviramonte Olmos, que fue su mano derecha hasta mayo de este año y que es muy amigo de ella, cuenta en el libro que para ella la cuestión de no haber podido formar una familia es una cuestión pendiente. Es algo que le pesa y le hubiese gustado tener. Pero, a su vez, ella tiene una vida muy individual, muy independiente. Ha puesto su carrera como principal meta en su vida. Eso no quiere decir que no haya tenido parejas en los últimos años, que no tenga su vida personal, pero la carrera siempre la ha puesto delante de todo.

¿Cómo creés que termina? Si tuvieras que hacer un pronóstico, ¿dónde la ves a Villarruel dentro de cinco años?

Me cuesta verla en el llano, me cuesta verla retrocediendo políticamente. Creo que ella construyó un capital y pretende seguir acrecentando ese capital político. Me parece que, a la vez, no tuvo una larga carrera política. Ella llega a Diputados y empieza a aprender a hacer política ahí. Ahora, desde la vicepresidencia de la Nación, está aprendiendo también a hacer política. Es una carrera muy corta desde lo político, a pesar de que ella dice que se viene preparando para esto hace 20 años. La verdad es que no es lo mismo estar en una ONG que estar en el poder político, o en la cima del poder.

Creo que ella está en un momento en el que también tiene que elegir ahora cuál va a ser la estrategia frente al enfrentamiento abiertamente marcado con el Presidente. Ya no es una guerra fría, es una guerra abierta. Y está bien: hoy son cruces de palabras, pero mañana puede ser un cruce electoral. Ellos habían decidido esperar, desde el equipo de Villarruel, y no adelantarse a las elecciones de 2025. En este nuevo contexto que se desató en los últimos días, tendrán que decidir también si deciden quedarse hasta 2027 en el Gobierno o dar un volantazo.

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Javier Milei tuvo una vida profesional marcada por cierta solvencia económica a través de su capital intelectual como economista y asesor de empresas. Hizo toda una carrera a lo largo de 20 años en la actividad privada, pasando por el estudio de Broda y por la empresa de Eurnekian. Es una persona que ha tenido una actividad privada reconocible y lucrativa. En el caso de Villarruel, ¿de qué vivía antes? ¿Qué hizo antes de ser diputada en 2021?

Ella trabajó un cortísimo tiempo en un estudio jurídico. Dio clases también y fue docente, su mamá es docente. Después, construyó su carrera desde el CELTYV (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas), que es la ONG que todavía preside, y que se encarga de defender los derechos de las víctimas de las organizaciones armadas de los setenta. Formó esa ONG con un grupo de hombres de la derecha encumbrados del poder económico y político, que la apoyaron y la financiaron durante todos esos años. Y uno de ellos —el más importante, cuentan los entrevistados en el libro— es José Martínez de Hoz, el hijo del ministro de Economía de la dictadura, Martínez de Hoz. Es un encumbrado abogado del poder económico, del sector petrolero, y uno de los grandes financiadores y benefactores de esa ONG, y por lo tanto, de Villarruel. Durante veinte años se dedicó a hacer crecer esa ONG y a llevar esa pelea a los medios de comunicación.

Yo podría decir que Milei vivió toda su vida de la actividad privada y Villarruel vivió gran parte de su vida de la actividad política, porque trabajando en una ONG, te dedicas a lo público. Habría más alguien que hizo el cursus honorum de dedicarse a lo público, ya sea a través de una ONG como luego a través de un partido político, pero compartiendo que no es la actividad privada donde hizo su carrera. Uno podría presumir un deseo de permanecer en la política más allá de este tiempo. Mientras que, en el caso de Milei, uno podría imaginarlo perfectamente dentro de diez años en Nueva York, teniendo un fondo de inversión o dirigiendo una consultora, mientras que uno podría imaginar a Villarruel dentro de diez años nuevamente actuando en política, ya sea a través de una ONG o de cualquier mecanismo público, o directamente en la política a través de un partido. ¿Sería correcto este pronóstico?

Sí, totalmente, porque ella siente que su carrera en la ONG fue parte de su carrera hacia la política. De hecho, muchos hablan en el libro de que fue su trampolín hacia la política, y que ella era muy consciente de lo que esa ONG y la presencia en los medios le estaba aportando. Era ese trampolín hacia la política y hacia lo que ella anhelaba, que era ser diputada. Nunca se imaginó que iba a ser vicepresidenta de la Nación.

Y las ONG son políticas. Fijate la cantidad de funcionarios que en el gobierno del PRO venían de ONG. De hecho, en Rusia, Putin prohibió las ONG directamente, por considerarlas partidos políticos alternativos.

TV/EM

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