Cualquier persona se preocuparía al ver 56 vainas de balas tiradas en la calle. Dados los antecentes de amenazas y ataques mafiosos en Rosario, el hallazgo registrado hace dos días en el microcentro generó interérs. Pero lo cierto es que no era una intimidación pública: un abogado le dijo este martes a La Capital que el material fue tirado a la basura por error tras una jornada de limpieza.
La investigación sobre el origen de los restos de cartuchos calibre 45 comenzó sin pistas firmes. La policía no recibió denuncias por detonaciones ni encontró rastros de disparos. Dos días después del amplio operativo realizado en el microcentro, José Tornambé afirmó que el episodio está lejos de cualquier plan de intimidación pública y sólo fue fruto de un descuido con los residuos arrojados la noche anterior.
Según explicó el letrado, la persona que tenía las vainas servidas «hizo limpieza sin saber lo que era». El último domingo, llevó varias bolsas hasta los contenedores metálicos ubicados sobre Sarmiento al 700, cerca del cruce con calle Santa Fe. Entonces parecía que el problema de los residuos estaba resuelto, pero la historia tuvo un final impensado y se convirtió en noticia.
Restos de balas que no fueron disparadas
Apenas comenzó el procedimiento, las fuerzas de seguridad provinciales corroboraron que las piezas metálicas no era el rastro de una balacera. Tampoco había testimonios o evidencia de que alguien hubiera disparado al aire en la zona. Aún así, a los efectivos les faltaba información para determinar cómo se había producido ese reguero de casquillos dorados en el corazón del centro rosarino.
Para colmo de males, el contexto alimentaba todo tipo de teorías sobre un nuevo episodio ligado a la actividad del crimen organizado. Antes de la salida del amanecer, el sistema de alumbrado público no estaba funcionando entre Santa Fe y Córdoba, de modo que la cuadra estaba completamente a oscuras al final de la madrugada. Este problema también se registró en forma intermitente el último sábado.
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Otro elemento que dejaba abierta la puerta para lanzarse a pensar en un mensaje mafioso era el sitio donde habían caído buena parte de las piezas de los proyectiles. Además de la sede del Consulado de Croacia, los contenedores se ubican frente al Palacio Fuentes, allanado hace tres meses por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Allí están las oficinas del empresario Fernando Whpei, que actualmente cumple prisión preventiva domiciliaria como cómplice del exjuez federal Marcelo Bailaque en distintos delitos.
Todo indica que lo que ocurrió antes del hallazgo de las vainas no tiene ninguna relación con la actividad de bandas delictivas. La persona involucrada le consultó a Tornambé qué debía hacer con el material balístico y finalmente decidió tirarlo a la basura entre otros elementos. Los restos de cartuchos calibre 45 quedaron desparramados a varios metros de los depósitos de la basura.
¿De quién eran las vainas tiradas en el microcentro de Rosario?
Aunque es inusual ver semejante cantidad de casquillos tirados en la vía pública, guardar estos elementos es una práctica habitual de quienes practican tiro. Esas piezas pueden reutilizarse en vez de comprar municiones nuevas en una armería. La base metálica se limpia y se vuelve a montar en una prensa con una cápsula fulminante, la pólvora —definida formalmente como carga de proyección— y el proyectil o perdigón.
La persona que había guardado las vainas no estuvo cerca de una pedana o un polígono. Según Tornambé, todos los elementos pertenecen a un familiar suyo que se fue a vivir al exterior hace mucho tiempo; también tenía dos o tres pistolas registradas y las dejó en manos de su pariente antes de emigrar. Desde entonces, sólo volvió un par de veces a la Argentina, aunque jamás se interesó por recuperar estos elementos para llevarlos a su nuevo hogar.
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Después de décadas guardados y sin uso, los casquillos terminaron diseminados en un sector emblemático del casco histórico de Rosario y a su vez sembraron cierta preocupación por su origen desconocido. De hecho, la policía no sólo cortó el tránsito vehicular por Sarmiento para recoger la evidencia. Mientras se realizaban los peritajes, distintos grupos de agentes se encargaron de cerrar el paso peatonal en ambos sentidos, una medida que se extendió más allá del mediodía.
Muchas vainas quedaron acumuladas cerca de los contenedores ubicados sobre la vereda oeste. En cambio, otras cayeron del otro lado de la calle, más cerca de la entrada al diario La Capital. En este último caso, los investigadores tuvieron que juntarlas entre las mesas y sillas de uno de los bares que funciona en la cuadra.
Cuando habló con la persona que tenía guardado el material balístico, Tornambé le sugirió que conservara las pistolas y aseveró que estos elementos no fueron descartados. El abogado se encargó de asesorarla y le recomendó que las pusiera a disposición del Registro Nacional de Armas (Renar) junto con toda la documentación del legítimo usuario. Después del fin de semana, al igual que muchas otras personas, quedó perplejo al ver que más de medio centenar de casquillos habían ido a parar a la basura entre otras pertenencias.