sábado, 2 agosto, 2025
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Qué feo eso de igualar a los Milei con los Kirchner

Odio cuando los periodistas, en busca de impacto, caen en la tentación de forzar paralelismos. “Mastantuono es el nuevo Messi” (un ridículo llegó a decir: “golazo de Messintuono”); o Peter Lamelas, el flamante embajador de los gringos, “es la reencarnación de Braden”; o equiparar el ingenio de Toto Caputo (“¿Está barato? Comprá, campeón”) con el célebre “el que apuesta al dólar pierde”, de Sigaut. Me resultan patéticos. Sigaut dolarizó el país en 24 horas, mientras que Toto apenas llevó la cotización de 1200 a casi 1400 gracias a que es un tipo creíble y la gente le hizo caso. Hay que terminar con ese jueguito, altamente peligroso: ni Santi Caputo, Caputín, es Rasputín, ni el Fake, 7, 8 de Adorni es 6,7,8, ni Vicky Villarruel tiene el “no positivo” fácil de Cobos. Las Fuerzas del Cielo no son una agencia de empleos tipo La Cámpora, más allá de haber convertido a vaguitos que tuiteaban en funcionarios con secretaria, auto y chofer. Que esta semana en la Justicia de Estados Unidos hayan involucrado en el caso $LIBRA a Karina, la Gran Hermana, no la asimila al cajero De Vido; a Kari le faltan cuatro o cinco expedientes, muchas otras estafas y recaudaciones arriba de seis ceros para que semejante comparación empiece a tener sentido. Pues bien, ahora a los cagatintas se les da por decir que “Leonardo Scatturice es a Milei lo que Lázaro Báez fue a los Kirchner”. Por Dios, qué desproporción. A Lázaro lo inventaron, no esssistía, mientras que el entrepreneur Scattu cuenta con una aquilatada foja de servicios como proveedor del Estado y es un respetadísimo multiplicador de panes y peces.

OK, Scattu abre y cierra puertas en el Gobierno, sus aviones aterrizan en Aeroparque con una pasajera y 50 valijas que nadie controla, se compró Flybondi, frecuenta a espías y consiguió un contrato informático por 80 millones de dólares después de hacer echar a funcionarios que se negaban a firmar y contrariando advertencias de la Sigen. ¿Eso lo convierte en socio de los Milei? ¿Todos sus negocios se tiñen de violeta? ¿Siguiendo sus inversiones se descubrirá “la ruta del dinero M”? Please, paren la mano. Hago un llamado a la responsabilidad. No podemos ensuciar a un señor de cuya integridad habla un hecho irrefutable: es amigo de Trump.

¿Vieron la foto en la que están los dos de esmoquin, riendo y con el pulgar para arriba, en modo Javi? Frente a tantos embusteros que saturan las redes, cuánta transparencia en esa imagen, cuánto expresionismo; sí, hay caras y expresiones que muestran el alma. Dos veteranos del business ahora comprometidos en la cosa pública, Trump como presidente y Scattu arrimando el bochín. Porque al mundo lo salvan los millonarios o no lo salva nadie. Donald y Leo lo aprendieron de Néstor y Cristina.

Me distraje con esa foto, que se ve que me removió. Vuelvo a mi inquietud de estas horas. Puedo entender que se ponga en duda si la economía está todo lo bien que aparenta; un amigo me dice: “¿Te parece lógico que salga más barato un bife en Nueva York que en Buenos Aires?”. También puedo entender que, después de ver cómo se armaron las listas de La Libertad Avanza en la provincia, la guerra santa contra la casta haya perdido el fulgor de su primera juventud. Acepto que la cultura del insulto, canonizada por el Pelu, para algunos resulte un insulto a la cultura. Es lógico pensar que el “triángulo de hierro” ha dejado de ser triángulo o ha devenido en un metal menos resistente. En fin: todo eso es comprensible. Ahora, de ahí a caer en comparaciones odiosas el salto es demasiado grande. Ayer, Florencia Donovan escribió acá que “libertarios y kirchneristas actúan de igual manera en momentos de tensión”; se refería a la reacción del Gobierno por la corrida cambiaria de esta semana. Es cierto que intenta frenarla con piedras y palos, y que les echa la culpa a especuladores y a la oposición. Pero, Florcita, no te confundas: las similitudes con los kukas terminan ahí. Fijate que Cris hubiese disparado una cadena nacional, mientras que Javi, Toto Caputo y Bausili solo le invadieron el streaming a Ale Fantino para decir que no había de qué preocuparse, que la casa estaba en orden. El único desorden era que los preocupados parecían ellos: ¿qué hacían juntos el Presi, el ministro de Economía y el jefe del Banco Central si no estaba pasando nada? Pregunté en la Casa Rosada y la respuesta fue que “se encontraron ahí de casualidad”. No creo en esas casualidades. Para mí, fue providencial; quiero decir: lo dispuso la Providencia. Oia, la Providencia también está preocupada. Muchachos, a ver si se juntan más seguido.

Hay colegas que llevan el parentesco de los M con los K hasta extremos inadmisibles. Por ejemplo, los emparejan en la falta de escrúpulos. Odiemos al periodismo que alimenta ese fantasma. Armemos un ejército real, no solo digital, que, como pidió el Gordo Dan, salga a cortar cabezas. Pongamos al frente de las milicias del bien a un general de acero dispuesto a jugar su hacienda y su sangre en el campo de batalla.

Ya lo tengo: Scattu.

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