Hubo un nuevo round en el combate arancelario emprendido por el presidente de EEUU, Donald Trump, en un mes que históricamente es el peor para las acciones. Sin embargo, algunas señales y datos auguran que el mercado luce más sólido de lo que parece. En tal sentido, una de los últimos datos que conspiran contra los pronósticos pesimistas o cautelosos es la fuerte ola de recompra de acciones. ¿Por qué es relevante esta señal? Debido a que las empresas no invierten dinero en recomprar acciones a menos que consideren que sus acciones están infravaloradas o, como mínimo, que suponen un mejor uso del capital que tenerlas en el banco, explica Frank Holmes de US Global Investors (USGI). Solo en julio pasado, las empresas estadounidenses anunciaron una cifra récord de u$s166.000 millones en recompras de acciones. Esta es la mayor cantidad registrada en un mes de julio, más del doble del récord anterior establecido en 2006. En lo que va de año, los anuncios de recompra ascienden a casi u$s926 000 millones, lo que supera ampliamente el récord anterior. ¿Quiénes lideran la iniciativa? Gigantes financieros y tecnológicos, con abundante liquidez y optimistas de que el mercado los recompensará a largo plazo.
Vale recordar que el récord anterior para julio fue de u$s88.000 millones en 2006, de acuerdo con datos recopilados por la consultora Birinyi Associates. En cuanto al balance del 2025, los datos de Birinyi, las recompras anunciadas suponen una diferencia de u$s108.000 millones con respecto al récord anterior, establecido en 2022. “Las empresas estadounidenses siguen siendo uno de los mayores compradores de acciones estadounidenses y, a partir de sus acciones, siguen confiando en sus negocios, a pesar de los inquietantes titulares sobre aranceles”, escribió Jeffrey Yale Rubin, presidente de Birinyi Associates, en una nota, según comenta Jess Menton de la agencia Bloomberg
Las recompras ofrecen un pilar crucial de apoyo para el mercado bursátil estadounidense, con el índice S&P 500 recuperándose hasta máximos históricos el mes pasado tras la suspensión de los aranceles de la administración Trump. La sólida cartera de programas de recompra de acciones planificados evidencia la creciente confianza de los ejecutivos corporativos.
Menton señala que las compras corporativas marcan un rápido cambio de actitud ya que, en marzo pasado, las empresas estadounidenses anunciaron la menor cantidad de recompras de acciones, en dólares, desde la pandemia del coronavirus. En aquel momento, se consideró una señal de acaparamiento de efectivo debido a la preocupación por el crecimiento económico y el impacto de una guerra comercial global.
Ahora bien, algunos podrían señalar que las recompras alcanzaron su punto máximo a principios de este año. Es cierto. Han bajado ligeramente desde los máximos del primer trimestre, pero aún se mantienen en un nivel históricamente alto, y eso es lo relevante para los analistas.
Pero hay otras señales que los estrategas de USGI destacan con vista a lo que viene en el mercado. Por ejemplo, el retorno de las ofertas públicas iniciales de acciones (IPO, por sus siglas en inglés). Tras unos años de calma, el motor de las IPO parece estar rugiendo de nuevo, siendo una buena señal de la demanda de los inversores. Hasta la semana pasada, señalan desde USGI, han visto 204 IPO en lo que va de 2025, un aumento de más del 80% con respecto al mismo periodo del año pasado. Mejor aún, la calidad de las IPO está mejorando, advierten, a diferencia del frenesí de las SPAC de 2021, las IPO actuales se basan en el crecimiento y la rentabilidad, explican.
Solo en el segundo trimestre se recaudaron u$s15.000 millones en 59 OPI, un aumento del 34% con respecto al primer trimestre. Con una actividad global de OPI más heterogénea, Estados Unidos lidera claramente la lista. Por eso USGI se pregunta, ¿si los mercados estuvieran realmente al borde del colapso, se vería este apetito inversor por nuevas acciones, saldrían a bolsa startups multimillonarias?
Hay otro factor que apuntala el optimismo y se vincula con lo que está haciendo el llamado “dinero inteligente” (Smart money). Tanto los inversores minoristas como los institucionales están invirtiendo en los fondos ETF. Los activos de ETF estadounidenses se acercaron a los u$s12 billones el mes pasado, con u$s116.000 millones en entradas. Los ETF activos generaron un récord de u$s44.800 millones en julio, la cifra más alta jamás registrada. Esto indica que cada vez más inversores buscan exposición específica y gestionada activamente a temas clave, ya sea defensa, oro, energía o inteligencia artificial, señala USGI. De hecho, los ETF activos ahora representan casi el 10% de todo el mercado de ETF, frente a menos del 1% hace apenas 15 años, según Morningstar.
Y hablando de vientos en contra, emergen los aranceles que han vuelto, y no son insignificantes. La tasa arancelaria efectiva promedio en EEUU ha alcanzado el 18,3%, su nivel más alto desde la Gran Depresión. Esto ya está afectando los precios: los economistas estiman un aumento del 1,8% en los precios al consumidor y un impacto potencial de 2.400 dólares anuales para el hogar promedio, según el Laboratorio de Presupuesto de Yale. Aquí parece estar la cuestión: los mercados se adaptan, las empresas cambian sus cadenas de suministro, y los consumidores buscan sustitutos. Por lo tanto, los analistas apuestan a que los aranceles generan fricción, pero sin tener consecuencias fatales. De hecho, algunos sectores podrían beneficiarse de la relocalización y la reinversión industrial. Pero hoy eso está muy verde, está por verse.
Con relación a la estacionalidad de los mercados, vale señalar que agosto y septiembre son meses históricamente volátiles para la renta variable. Las rentabilidades promedio tienden a ser más bajas, y la menor liquidez durante el verano (boreal) implica que la volatilidad puede dispararse ante cualquier noticia negativa. Pero la pregunta que todo inversor a largo plazo debería hacerse es: incluso si supiera que el mercado caerá un 10% el próximo mes, ¿vendería hoy? Hay que tener presente que el S&P 500 subió un 26% en 2023 y otro 25% en 2024. Ha subido entre un 8% y un 9% en lo que va de 2025. Así es como se ve la capitalización a largo plazo. “Intentar evitar cada caída y retroceso es una tarea inútil. Mantener la inversión y la disciplina es mejor que predecir el mercado casi siempre”, aconsejan desde USGI.