Una de las noticias más comentadas este miércoles, tras la interpelación en la Cámara de Diputados al jefe de Gabinete Guillermo Francos, fue la serie de “preguntas” que le realizó la diputada Marcela Pagano. Pese a su fuerte pelea con el ala “karinista” (lo que incluye a Martín Menem y Lilia Lemoine) hasta la semana pasada la periodista integraba el bloque oficialista de La Libertad Avanza. Pero a partir del escándalo desatado con la difusión de los audios de Diego Spagnuolo, hoy extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis), Pagano formó el bloque Coherencia junto al puntano Carlos D’Alessandro, la mendocina Lourdes Arrieta y el formoseño Gerardo González.
Ante la viralización de los audios, además de correr a Spagnuolo de su cargo, el núcleo duro del Gobierno pasó del silencio absorto a difundir por lo bajo todo tipo de rumores, buscando justificar la tesis de que todo se trata de un “ataque” desestabilizador contra la Casa Rosada. Algo que este jueves reafirmó, desganado y sin responder preguntas, el vocero Manuel Adorni en una cuasi conferencia de prensa. La interna entre el tandem Karina-Primos Menem y la banda celestial de Santiago Caputo quedó de momento suspendida en el aire, dando paso a un frente común contra el resto del mundo.
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Con el correr de los días, el discurso oficial se fue afinando y algunos de esos rumores tomaron más cuerpo que otros. Uno de ellos dice que quienes grabaron a escondidas a Spagnuolo hace un año y difundieron ahora esa grabación son Pagano y su esposo Franco Bindi, probablemente asociados a la vicepresidenta Victoria Villarruel (otra enemiga íntima de les hermanes Milei).
En su editorial televisiva del lunes, Carlos Pagni se preguntó: “¿Puede ser que Pagano le haya recomendado a Spagnuolo hablar con su marido? ¿Lo grabaron ellos? Esta es la tesis principal que domina hoy al Gobierno: es una operación de Pagano y de su esposo, quienes guardaron las grabaciones y las hicieron estallar cuando en el Congreso se trataba el veto de Milei a la emergencia en discapacidad”. Otros medios y periodistas dijeron lo mismo.
La acusación contra Pagano se funda en la relación añeja que Bindi, su esposo y padre de su hijo, tiene con el mundillo de los servicios de inteligencia. Lo que, sumado a la supuesta asociación táctica con Villarruel, hace que las sospechas no carezcan de razonabilidad.
Franco Bindi es un abogado y empresario que muy “conocido en los pasillos de Comodoro Py”, según una reciente definición del periodista de Franco Lindner en Noticias. Otro periodista de la misma revista, Rodis Recalt, descubrió en 2023 que Bindi se había convertido “en el dueño de un multimedios que cuenta con una señal de televisión llamada Canal 4 Extra, de una emisora a la que bautizaron Radio Extra y del portal de noticias Negocios”. Desde allí, dicen, Bindi lanzó algunas “noticias” con más tufo a opereta que otra cosa.
A Bindi también se lo relaciona con el kirchnerismo. Durante los gobiernos de Néstor y Cristina el entonces estudiante de Derecho trabajó en la Sindicatura General de la Nación (Sigen) conducida por Alessandra Minnicelli, esposa del entonces ministro de Planificación Federal Julio de Vido. Y también en el Ministerio de Justicia manejado por Aníbal Fernández. Hasta se le adjudicó una relación sentimental con Florencia Kirchner. Pero sería desde el estudio jurídico de su papá que tejería más profundamente “relaciones con el mundo de la inteligencia”.
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¿Yo, señor? No, señor
Bindi se encargó en los últimos días de aclarar, siempre en privado, que “jamás se reunió con Spagnuolo”. Y aunque no lo dice, estuvo preparando con su esposa un contraataque furioso para devolverles la gentileza a las huestes mileístas. Por eso, inyectada de odio acumulado, la diputada no desaprovechó la interpelación de este miércoles a Francos en la Cámara baja y lanzó una serie de preguntas teledirigidas.
No fue casual que, cuando empezó a hablar, su colega Lilia Lemoine se haya parado delante suyo para “taparla” de las cámaras de la transmisión. Luego se descubriría que, mientras hacía esa pantomima, Lemoine chateaba desde su celular con el propio presidente de la Cámara, Martín Menem, riéndose ambos de Pagano.
Con tono por demás elevado y mirando a los ojos a Francos, la diputada Pagano expresó:
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Muchas de las preguntas ya estaban respondidas desde hace rato. Alcanza con chequear el Boletín Oficial y demás bases de datos públicas para conocer esas designaciones y “trayectorias”. Obviamente, Pagano lo que quería es que Francos reconociera la calaña de la que se rodea.
El jefe de Gabinete, además, sabía de antemano las preguntas, como es costumbre cursárlelas desde todos los bloques con días de anticipación. Pero sus respuestas parecieron improvisadas y más bien para salir del paso.
El agente Vila es, en efecto, un servicio de inteligencia (esa gente nunca es “ex”). En el sitio oficial de la Jefatura de Gabinete se detalla que fue “director general de análisis” en la SIDE, “asesor presidencial” (no se dice de qué gestión), asesor en la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, “delegado de inteligencia” en Estados Unidos y “asesor en contraterrorismo” ante la OEA y la ONU. No dice que, también, estuvo muy vinculado a Enrique “Coti” Nosiglia, histórico armador en las sombras del radicalismo con fuertes lazos en el submundo del espionaje y las turbias movidas judiciales.
Tampoco aclaran que su paso por la SIDE, luego bautizada AFI y hoy nuevamente llamada SIDE, incluyó los gobiernos de Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Y que su paso por la Comisión de Defensa de Diputados fue durante el gobierno de Mauricio Macri. Lo que se dice un verdadero producto elaborado por la casta.
¿Quiénes grabaron en 2024 a Spagnuolo? ¿Es la misma gente que ahora repartió los audios entre periodistas y empresarios de medios? “¡Fue el kirchnerismo !”, dicen algunos en el Gobierno. “¡No, fue el mismo Spagnuolo !”, dicen otros del mismo Gobierno. “¡No, no, fueron Pagano , el esposo y Villarruel !”, agregan terceros en la Casa Rosada. “¡Nada que ver, fueron los espías de Guillermo Francos !”, dicen Pagano, su esposo y, probablemente, también Villarruel.
En un juego de todos contra todos, la casta corrupta se desgañita buscando salvar el pellejo en medio de revelaciones insólitas, pases de factura, trapitos al sol y millones de dólares por doquier. En verdad, puede haber sido cualquiera de ellos. Porque en estos casi dos años de gestión “libertaria”, si hay algo inocultable es lo feos, sucios y malos que son. Incluso, cuando todo marcha acorde al plan.