El local «Alesca» estaba ubicado en Italia al 700 y se dedicaba a la venta de vestidos de alta costura. Funcionó por años pero a partir del 2023 su dueña implementó un sistema de inversiones para la compra de insumos a cambio de un interés prometedor y todo terminó en estafa. Hay 38 denuncias presentadas contra la propietaria por sumas que superan los 594 mil dólares y 115 millones de pesos. Esta mujer, su pareja, la empleada administrativa y su novio terminaron imputados por estafa reiterada.
Según la imputación fiscal, el local se especializaba en vestidos de fiesta y exhibía imágenes de la dueña con distintas personalidades, especialmente futbolistas. Estas fotos eran su «carta de presentación» para demostrar solvencia y jactarse de contar con una clientela de elite, refirió la Fiscalía.
El local funcionó por años, pero toda esa dinámica fue utilizada, según la fiscalía, para terminar defraudando a los clientes a través de un método piramidal. La fiscal María Teresa Granato detalló que, entre el 14 de abril de 2023 y el 23 de septiembre de 2024, se generó un sistema de inversión que terminó en un fraude masivo.
La mecánica del engaño
Según los denunciantes, la principal imputada, María Alejandra Tedesco, es una persona accesible y carismática. Al atender el comercio, manifestaba que, en paralelo a la confección de prendas, recibía inversiones para financiar la compra de insumos importados —telas, pedrería y accesorios— a bajo costo. Luego, aseguraba que la venta de los vestidos permitía cubrir los intereses de los inversores.
El esquema ofrecía retornos del 30% mensual, que luego se ajustaron al 20% y 18% según el monto invertido. Estos acuerdos se plasmaban en pagarés y, para retirar el capital, se exigía un preaviso de 60 días. El entorno de lujo, los contactos con famosos y la aparente solvencia del local generaban una confianza plena en los inversores.
Inducción al error y expansión
Algunas víctimas fueron atraídas por la supuesta compra de insumos textiles; otras, por la recomendación de otros inversores. Según los testimonios, Tedesco entregaba cheques a plazo que cubría antes del vencimiento para generar confianza.
En febrero de 2024, María Eva J. comenzó a trabajar en el local realizando tareas administrativas, pero pronto se abocó a la recepción del dinero de inversores y al pago de intereses. Ella recibía el efectivo, entregaba los pagarés firmados por la dueña y coordinaba la comunicación por whatsapp con las víctimas, dijo la fiscal.
A la par, María Eva J. y su pareja, el peluquero Rodrigo R., también captaron inversores entre sus propios clientes, presentándoles el negocio como una oportunidad rentable y segura, añadió la funcionaria.
El crecimiento fue tal que Tedesco abrió una oficina en Italia al 800 para separar a los clientes de vestidos de los inversores, evitando así una «imagen extraña» en el salón principal. Incluso planeaba mudarse a un local más grande en calle Dorrego, lo que aumentó la presión por conseguir nuevos capitales para costear las reformas, describió la acusación.
El colapso del sistema
El sistema funcionó hasta el 23 de septiembre de 2024, cuando los pagos se suspendieron abruptamente. Tedesco envió un mensaje masivo solicitando un plazo de 30 días, alegando complicaciones externas como el cambio de gobierno, políticas de blanqueo de capitales e intervenciones de la Afip o la UIF.
Muchos creyeron en sus palabras porque el local seguía abierto. Sin embargo, ante la acumulación de reclamos, la dueña comenzó a presentar licencias psiquiátricas y a delegar las negociaciones en abogados.
Finalmente, se descubrió que el dinero nunca se usó para insumos, sino para pagar intereses a los inversores con el dinero de los que iban ingresando al sistema y sostener la estructura.
En total, 38 víctimas denunciaron un perjuicio económico que asciende a 594.352 dólares y 115.129.348 de pesos.
Los roles y la imputación
La Fiscalía imputó a cuatro personas con distintos grados de responsabilidad. Tedesco, fue acusada de encabezar la maniobra. A la administrativa María Eva J. la imputó de colaboración primaria y necesaria, al conocer el carácter engañoso de la maniobra.
A la pareja de esta última, el peluquero Rodrigo R. lo acusó de una participación primaria por valerse de la confianza de sus clientas para promover el sistema y generar credibilidad en el fraude.
Mientras que a Jaime M. (pareja de Tedesco), se le atribuyó una colaboración secundaria por participar en el conteo de dinero y realizar pagos parciales desde sus cuentas personales para prolongar la apariencia de cumplimiento.
El juez Hernán Postma tuvo por formalizada la imputación y dispuso la libertad con restricciones para los cuatro acusados, tras fijar cauciones económicas para la mayoría de ellos.
