miércoles, 16 abril, 2025
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Crímenes de trabajadores: cayó un hombre vinculado al asesinato del playero Bruno Bussanich

A poco más de un año de los cuatro crímenes de trabajadores ocurridos en las calles rosarinas, cayó un hombre vinculado al asesinato del playero Bruno Bussanich. Se trata de Alejandro Victoriano C., quien tenía pedido de captura. La detención se produjo este martes a la madrugada en la zona sur y estuvo a cargo del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional II de la Policía de Santa Fe.

El procedimiento de identificación policial fue a las 3 en la zona de Patagones y Presidente Quintana. Allí fue identificado el hombre y en la consulta de los efectivos del Comando Radioeléctrico de los datos filiatorios se estableció que tenía pedido de captura por la Unidad de Homicidios Dolosos del MPA.

El secretario de Análisis del Ministerio de Justicia y Seguridad del Gobierno de Santa Fe, Esteban Santantino, y los fiscales Adrián Spelta y Patricio Saldutti, de la Unidad de Homicidios Dolosos del Ministerio Público de la Acusación (MPA), brindarán más información en las próximas horas.

Crímenes de trabajadores

Cerca de las 22.30 del 5 de marzo de 2024, el taxista Héctor Raúl Figueroa, de 43 años, levantó a un adolescente en Uriburu y Oroño para dirigirse a Flammarión al 5100. Al llegar a destino, una vez que el vehículo frenó, otro joven apareció a pie y comenzó a disparar contra el chofer. Fueron nueve balazos contra el hombre, que murió en el acto por más de 15 heridas en distintas partes del cuerpo. El pasajero se bajó del vehículo y escapó a las corridas junto al sicario.

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Al día siguiente, se analizaron públicamente hipótesis complejas porque para entonces Figueroa había sido el tercer taxista asesinado en menos de un mes y ninguno de esos casos había ocurrido en ocasión de robo. Fue el titular del sindicato de Peones de Taxis, Horacio Yanotti, el que ubicó a ese último crimen como «un mensaje mafioso» hacia el gobierno provincial. Algo que ese mismo día cuestionó el ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, argumentando que no había sustento para tal conjetura.

El escenario se agravó la noche del 6 de marzo cuando otro taxista, Diego Alejandro Celentano, de 43 años, fue asesinado a tiros por un pasajero en Alvear y Garmendia. Pocas horas después los investigadores entendieron que ambos homicidios respondían a un mismo trasfondo: habían sido ejecutados con la misma arma y con balas que pertenecen a la Policía de Santa Fe. Mismo elemento con el que horas más tarde, ya el 7 de marzo, fue atacada a tiros la comisaría 15ª de Sarmiento y Ameghino.

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Horas antes de esa balacera otro hecho había sacudido a la ciudad, que ya estaba conmocionada y atravesando un paro parcial de los taxistas. Marcos Daloia, de 39 años y colectivero, había sido atacado a tiros mientras conducía la línea K por Mendoza y Méjico. Dos días después, a la mañana del sábado 9 de marzo, en un puente de Circunvalación apareció una bandera con un mensaje que sirvió para darle contexto público a esa seguidilla de ataques: «Pullaro y Coccocioni: se metieron con nuestros hijos y familiares. Van a seguir muertes de inocentes, taxistas, colectiveros, basureros y comerciantes».

Horas después otro crimen pudo leerse como el cumplimiento de aquella advertencia. Cerca de las 23.30 Bruno Nicolás Bussanich, de 25 años, fue asesinado a tiros mientras trabajaba como playero en la estación de servicio Puma de Mendoza al 7600. El crimen fue registrado por las cámaras de vigilancia del local que captaron una imagen estremecedora: el autor del ataque fue un adolescente. En el lugar del hecho apareció otro mensaje que confirmaba una represalia de bandas criminales al gobierno provincial.

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Luego del crimen del playero se confirmó la muerte del chofer Marcos Daloia. Entonces la ciudad se paralizó y las calles de Rosario estuvieron prácticamente vacías durante el resto del fin de semana. Además de paros de colectiveros, taxistas y estaciones de servicios, la actividad gastronómica tuvo una notoria pausa que terminó de graficar a una ciudad sumida en el miedo.

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