sábado, 12 julio, 2025
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El operativo secreto que evitó un posible impacto de asteroide en la Tierra

El asteroide 2024 YR4  generó la mayor alerta de impacto jamás registrada para un objeto de su tamaño. Con una probabilidad inicial del 3,1% de chocar contra la Tierra en 2032,  el hallazgo disparó un operativo silencioso a nivel global.

Científicos, agencias espaciales y observatorios de todo el mundo trabajaron durante semanas para precisar su órbita, estimar su tamaño y descartar una amenaza que mantuvo en vilo a la comunidad astronómica.

Un descubrimiento casual que activó todas las alarmas

Todo comenzó el 27 de diciembre de 2024, cuando un punto blanco apareció en las pantallas del sistema ATLAS, en Hawái. El astrónomo Larry Denneau identificó la señal y la derivó al Minor Planet Center, en Massachusetts, tal como indica el protocolo.

Casi en paralelo, el Catalina Sky Survey en Arizona confirmó que  el objeto había pasado cerca de la Tierra dos días antes.Lo bautizaron provisionalmente como 2024 YR4,  y la atención se centró en su  trayectoria incierta.

La NASA, mediante el sistema Sentry del CNEOS, advirtió que existía una posibilidad real de impacto. La Agencia Espacial Europea (ESA) y otras instituciones confirmaron la evaluación. No era una simulación:  la amenaza era concreta.

La estimación inicial del tamaño oscilaba entre 20 y 150 metros. Esta variable resultaba crucial: un cuerpo pequeño podría desintegrarse, pero uno grande podría generar daños catastróficos si llegaba a impactar en tierra firme.

Alerta internacional y despliegue coordinado

El 29 de enero de 2025, la  International Asteroid Warning Network (IAWN), respaldada por la ONU, emitió una advertencia global. La Tierra estaba ante una posible colisión, y se activaron mecanismos de vigilancia planetaria.

Desde la NASA, Kelly Fast pidió colaboración urgente a observatorios del mundo. Pero el asteroide ya se alejaba y las condiciones para observarlo eran cada vez más adversas.

Incluso se discutieron posibles misiones de mitigación, incluyendo la opción extrema de usar armamento nuclear para desviar su curso. Aunque nunca se ejecutaron, los debates expusieron la gravedad de la situación.

Mientras tanto, el  Very Large Telescope en Chile  refinó la estimación del tamaño a entre 40 y 90 metros. Y el 5 de febrero, la NASA aprobó el uso del  telescopio espacial James Webb para observar al asteroide desde el espacio.

Una carrera contra el tiempo bajo la luz de la Luna

El James Webb confirmó que 2024 YR4 tenía unos 60 metros de diámetro.  Otros centros, como el Gemini South en Chile y el MRO en Nuevo México, sumaron datos clave.

Pero en febrero, la luna llena dificultó las observaciones.  Durante una semana,  los telescopios quedaron prácticamente ciegos, lo que aumentó la tensión en la comunidad científica.

Al llegar la luna nueva, los análisis se retomaron. El 18 de febrero, la probabilidad de impacto subió al 3,1%. Sin embargo, al día siguiente, nuevas observaciones la redujeron al 1,5%. Y el 20, con ayuda del telescopio Subaru en Hawái, cayó al 0,3%.

Finalmente, el 24 de febrero, la IAWN emitió el esperado “todo claro”.  La probabilidad descendió al 0,004%  y se descartó cualquier riesgo para la Tierra.

| Redacción

¿Y si impacta en la Luna?

Aunque el peligro terrestre fue descartado, la historia del asteroide no terminó allí. En marzo, surgió un nuevo cálculo inquietante:  una posibilidad del 3,8% de que impacte la Luna en 2032, cifra que subió al 4,3% en mayo.

El impacto, si ocurre, podría verse desde la Tierra y dejar un cráter visible a simple vista. La explosión sería comparable a cientos de bombas nucleares. Para la ciencia, sería una oportunidad única para observar en tiempo real los efectos de un choque espacial.

“Si eso ocurre, será increíble”, dijo Larry Denneau.  Para muchos, lo que comenzó como un susto global terminó abriendo una ventana fascinante al conocimiento y a la coordinación planetaria ante amenazas cósmicas.

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