domingo, 12 octubre, 2025
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Las inconvenientes Provincias Unidas

Los diplomáticos soviéticos solían negociar disidencias con una pistola Makarov 9 mm cargada sobre la mesa. Sabía el interlocutor, entonces, que toda negociación implicaba poder, y que la capacidad de daño era parte del poder. Esa lógica, en la “diplomacia grande” era idéntica, pero con armas nucleares, y estaba fundada en una razón inapelable: nada es más político que eso. Sin utilidad o capacidad de daño, no hay político. Todo lo demás carece de relevancia.

Esa premisa, en el escenario argentino y con la irrupción de Provincias Unidas puede ser útil en el desarrollo de mi interpretación. La destrucción de Juntos por el Cambio, que ya en sus últimos días se parecía más a ‘La cosa’ de John Carpenter que a una oferta política, sirvió la oportunidad indicada para un peronismo cordobés ambicioso que se veía internado en un letargo nacional de décadas.

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La política argentina, pensada y organizada en torno a esa antítesis que describió Laclau como eje de la identificación popular, fue una tragedia social, política y económica. El nacimiento de Provincias Unidas sólo podía llevarse a cabo si la figura del tres veces exgobernador de Córdoba lo encabezaba. Esta no fue una jugada improvisada: tuvo detrás una ingeniería política y territorial de trabajo previo, particularmente en Córdoba.

La propuesta resulta incómoda e inconveniente para el oficialismo nacional, como así también para la aspiración de sostener la hegemonía del PJ kirchnerista. Pero, puesto así, parece sólo una alternativa discursiva. Bueno, no: empecé hablando de diplomacia soviética.

Provincias Unidas y su rol de árbitro

La semana pasada, un informe de La Sastrería, de Nicolás Taboada, presentado por Francisco Olivera en Odisea, propuso tres escenarios posibles para el próximo Congreso. En los tres, Provincias Unidas alcanzaría entre 25 y 30 diputados entre propios y aliados —aunque podrían ser más—, una cifra que en un contexto tan complicado para el oficialismo y con la expectativa de incorporación de “heridos”, le daría capacidad de bloqueo o habilitación legislativa, ya que todo parece indicar que el oficialismo no llegará al número de diputados necesarios para dar quórum en la Cámara baja. Una Makarov en la mesa.

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Pero no quisiera ser reduccionista: no es Provincias Unidas una fuerza de vocación meramente negociadora. Resulta, en un contexto drástico y dramático, una propuesta subversiva respecto de la Argentina en blanco y negro.

¿Puede ser una fuerza presidencial?

El viernes pasado, Juan Schiaretti dejó entrever esa posibilidad. Obvia. No fue un lanzamiento formal, sí un movimiento de tablero. “Ahora empieza la campaña desde Buenos Aires para acá”, era la idea inicial. Se demoró.

Es una oferta incómoda, y si el PJ de Córdoba se mete en la discusión nacional con diplomacia soviética, el PJ nacional se mete en Córdoba con la misma demostración. ¿Será eso Natalia De la Sota? Es sólo una pregunta.

Es incómoda la vocación de Provincias Unidas en la disputa nacional, es disfuncional al adversario conveniente para el oficialismo —la propuesta K—, a la cual interpretan que le ganarían un balotaje. También, y del otro lado, el peronismo K ve en Provincias Unidas un riesgo existencial en caso de una compulsa reñida. ¿La Argentina se mueve desde los cimientos o sólo es un poema conjetural?

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